La pobreza es una maldición. Punto. Jesús se dio a si mismo dejándolo todo para que nosotros fuésemos salvos de una muerte espiritual eterna. La vida eterna con Él, la sanidad y las riqueza (material), es parte del paquete de la salvación. La Biblia nos enseña que Jesús nos libró de la maldición de la ley (Gálatas 3:13).