Entonces, la solución indiscutible para la sed, es el agua.
Las soluciones para los problemas aunque parezcan complicados, están cerca, solo tenemos que aceptarla y tomarla. Por consiguiente, requiere una acción por nuestra parte.
Podemos deducir, usando esta analogía, tres aspectos o problemas de la vida del hombre: Muerte espiritual, pobreza y enfermedad, y las soluciones a cada una de ellas de acuerdo a la Biblia. Veamos la muerte espiritual. La solución es vida eterna. Para la pobreza es riqueza y para la enfermedad es la sanidad. Estas tres soluciones están todas encerradas en la persona de Cristo Jesús que pagó el precio de la solución, con Su sangre. La Biblia llama a esos tres problemas o condiciones del hombre como “La maldición de la Ley” que fue causada por la desobediencia del hombre al principio desde Adán y Eva. Ahora, la Biblia también nos dice que Jesús se hizo a si mismo “maldición” para librarnos de tal estado (Deuteronomio capítulo 28; Daniel 9:11; Gálatas 3:10-13).
Si estamos en Jesús, tenemos la respuesta dentro de nosotros para la muerte, porque inicialmente le aceptamos como nuestro Salvador y Señor. Junto con esa decisión inicial, tenemos la respuesta a la pobreza y la sanidad. Solo tenemos que tomarla de igual forma que aceptamos la salvación de nuestra alma. Por fe. Si estamos en Cristo, no debemos permanecer en la muerte, pobreza o enfermedad. Si estamos en Cristo, tenemos la plenitud de lo que hay en Él. En Él hay vida eterna, riquezas y salud.
La mayoría de los creyentes, no tienen problema con la primera solución en cuanto a la vida eterna; pero les cuesta aceptar las otras dos y por esa razón muchos viven enfermos y en pobreza. Jesús es el paquete completo. En Juan 10:10 Jesús nos recuerda que aunque el diablo vino para robar, matar y destruir, Él vino para darnos vida y vida en abundancia.
Entonces, la respuesta a la muerte es vida (Efesios 2:1). La respuesta a la pobreza es la riqueza, 1 Corintios 8:9; Deuteronomio 8:18). Y la respuesta a la enfermedad es sanidad (Isaías 53:5 y 1 de Pedro 2:24).
“Porque en Él (el Señor Jesús) habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en Él, que es la cabeza de todo principado y potestad” (Colosenses 2:9-10).
-- vOg