No creo hay una sola persona en el planeta que le agrade estar sufriendo una prueba, o que busque la dificultad o un problema. Es más, tratamos de evitarlo a toda costa; pero, nos damos cuenta que la mayoría de los problemas, pruebas y dificultades, no podemos evitarlas. Claro, aquí no estamos hablando de aquellas pruebas y tribulaciones que nos buscamos nosotros mismos por nuestra necedad o rebeldía. Estamos hablando de aquello que viene sin nuestro permiso. Alguien se pasa una luz roja de un semáforo y nos pega, o por la economía incierta te quedas sin trabajo, etc. Estas son situaciones que no podemos controlarlas; pero, si podemos controlar cómo reaccionamos durante la situación y así afectar el resultado positivamente. ¿Es fácil? No lo es; pero, es la mejor opción. La otra opción es entrar por la puerta de la depresión y tristeza, que solamente nos va a arrastrar a otras cosas que podrían ser lamentables, peores y hasta fatal.
Para mi esposa y yo, los últimos meses han sido de prueba, quizá lo peor que hemos experimentado desde que nos casamos. Primero, a mi me diagnosticaron con Ritmo Irregular en el corazón lo cual a cambiado mi forma de vida en todo aspecto. Segundo, fuimos victimas de Isaac, el huracán que azotó el área metropolitana de New Orleans este pasado agosto. Nuestra casa, juntamente con la de nuestras dos hijas fueron inundadas. Fuimos literalmente sacados del agua por la Guardia Nacional y llevados a un refugio a cinco horas de nuestra casa. Todavía no estamos viviendo en nuestras casas por supuesto, hasta que sean reparadas; perdimos dos carros también y tantas otras cosas materiales que al fin de todo, vamos a recobrar. Pero, quizás lo peor, es la inconveniencia, la incomodidad, el cambio de ritmo y más retos que nos encontramos a diario lidiando con nuestra salud, los seguros, las reparaciones, etc. Etc. Pero, en medio de todo esto, hemos experimentado la fidelidad de Dios que nunca nos ha desamparado, proveyendo lo que necesitamos a diario; el amor de nuestros familiares, nuestros hermanos en la fe; y amigos y conocidos que nos han brindado ayuda y hasta una casa mientras todo se arregle.
En medio de todo esto, han habido mucho momentos difíciles y no es fácil sonreír; pero, cuando pensamos en la fidelidad de Dios, sonreímos y experimentamos el gozo del Señor y nos damos cuenta que Él es más grande que lo que confrontamos. Nos hablamos constantemente a nosotros mismos, recordándonos de Su Palabra y Sus promesas. Esto lo tenemos que hacer todos los días. Vale la pena.
Veamos lo que dijo Santiago, “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas…” (Santiago 1:2). Pablo también lo acierta en 1 de Tesalonicenses 1:6, “Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, habiendo recibido la Palabra, en medio de mucha tribulación, con el gozo del Espíritu Santo…” Y yendo hacia atrás en los Evangelios, oímos a Jesús hablar de las aflicciones cuando nos dice, “…En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).
La queja, el reclamo y el descontento, son enemigos de la victoria. Entre más permanecemos quejándonos y reclamando, más tiempo va a tomar para llegar a la meta. La confianza es vital para vencer al mundo y todo desánimo y todo dolor. Como Jesús dijo, “…Confiad, yo he vencido al mundo.”
Aquí hay cinco pasos que te van a ayudar a terminar en victoria y no derrota:
1. Siempre va a haber alguien que está en mejor situación o peor situación que la que estás pasando. Enfócate en aquellos que ni siquiera tienen un techo donde dormir. Si te enfocas en los que tienen más que tú, vas en camino a la derrota.
2. Si eres un seguidor de Jesús, “todas las cosas”, aún las que parecen malas, van a ayudarte para bien. Tienes que confiar en Dios (Romanos 8:27).
3. La prueba es una oportunidad para hacerte un hombre o una mujer mejor que lo que eras antes. Alguien dijo, “La prueba muestra tu carácter verdadero”. También te va a refinar como el oro (1 Pedro 1:7).
4. Piensa en las bendiciones que Dios te ha dado ya y no en lo que estás atravesando. Esto es agradecimiento.
5. Recuerda que las pruebas solo son temporales. En otras palabras como tuvieron un comienzo tendrán un final. Y no me refiero solamente cuando pasemos a la eternidad. Y si no fuera así, aún así son temporales. “Por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Romanos 8:18).
Así que, sigamos adelante como soldados marchando hacia la victoria en Cristo Jesús. Después de todo, “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).